sábado, 8 de febrero de 2014

Capitulo 24

Rita Fiorella Day, ¿cuándo pensabas decirme 
que ahora salías con el mejor amigo de Peter?

It's difficult to see from the surface 
But everything goes in
And it stings like a spider 
Hits you deep inside and...

—¿Vas a contestar eso? —preguntó papá durante el almuerzo. 
 
Mi celular vibraba y timbraba en la mesa. Finalicé la llamada entrante y regresé a la comida en mi plato. 
 
Susan había cocinado una olla de arroz con habichuelas y cáscaras de huevo. Ella era vegetariana (lo que le resultaba conveniente a mi papá ya que él no gastaba mucho dinero en comida... Peor en un corte de carne fresca). 
 
Susan amaba hacer nuevas recetas combinando cáscaras, de lo que sea que encontrara, con leche hirviendo y papaya. 
 
Probé un poco de las cáscaras hervidas y… ¡Por todo lo sagrado y maloliente de este mundo! Sabía asqueroso. 
 
Me puse una servilleta en la boca y escupí lo que recién había comido.

It's difficult to see from the surface 
But everything goes in
And it stings like a spider 
Hits you deep inside and...

Mi celular volvió a sonar y esta vez lo apagué por completo. 

—¿No le vas a contestar al chico? —preguntó Susan. 

Para evitar responderle cogí otra cucharada de lo primero que tenía más cerca en mi plato.
 
Mierda, de nuevo cáscaras.

No pude escupirlas esta vez porque Susan me miraba fijamente. 

Las mastiqué y escuché cómo dolorosamente se estrellaban contra mis dientes, gastando el esmalte y posiblemente ganándome una visita donde la buena doctora Thomas, mi dentista. Ella siempre contaba estos chistes secos y sin sentido que me obligaban a poner una sonrisa falsa en el rostro todo el tiempo. 

—Lali… No le hagas eso a él, o a ti misma. Cuando los imagino juntos noto lo mucho que lo amas… 

—¡Susan! —Mi papá le lanzó una mirada agria—, deja de darle ideas. Está mejor sin ese tipo. Tomaste una decisión sabia, hija. 

No pude sonreírle. ¿Para qué? Tomar distancia de Peter había sido duro. 

Llevaba una semana de haberle dicho que necesitaba un descanso para olvidar todo lo que Jenny había causado en mi sistema. No le había hablado o lo había visto todavía. Por eso ignoraba sus llamadas y evitaba leer sus mensajes, necesitaba espacio. Espacio para pensar y serenarme; espacio para saber si él me llegaría a necesitar después de este breve tiempo de separación. 

Pero ahí estaba lo jodido del asunto: yo lo amaba. Lo amaba y probablemente él no sentía lo mismo por mí. 

¿Que él haya tenido sexo salvaje en mi habitación, con mi prima? 

Sip, todavía dolía. 

¿Que él haya tenido sexo salvaje en mi habitación, con mi prima, sobre mis libros? 

Dolía el doble. 

De todas formas no me molesté en quemar todas las cosas que hubieran tenido contacto entre los dos, porque Jenny ya se había encargado de destruirlas. 

Justo cuando me disponía a largarme de su apartamento, vi el desastre que había hecho en todo el lugar: ropa mía (y de ella) hecha trizas sobre el suelo. La mayoría de mis libros habían sido cortados y se dispersaban como papelillo sobre la sala. Recortó todas las fotos y pinturas que guardaba con recelo en mi dormitorio; hasta rompió sus fotos, esas de cuando tenía nueve años y ganaba concursos de modelaje y sus padres le compraban ponys con cabello mejor cuidado que el mío. 

Jenny de verdad estaba loca. Dejó intacta únicamente la blusa turquesa que se me había acusado de robar hace tiempo atrás en aquella exclusiva tienda. 

Hasta se tomó el costo de poner una nota escrita a mano en la que decía: "Para que recuerdes lo que eres: una ladrona. Siempre envidiando lo de otros." 

Me eché a llorar y, en un arrebato, puse en la trituradora la prenda que no recordaba haber robado, y la vi desaparecer ante mis ojos. 

Esa era la última vez que dejaría que alguien me tratara mal e intentara pisotearme. También fue el momento en el que decidí que necesitaba un tiempo lejos de Peter para pensar. Entonces vine y terminé con él y me largué con los ojos llorosos a casa de papá. 

No había hablado con Peter toda esta semana; lo echaba de menos. Dije que lo iba a aceptar con todo y su equipaje pesado pero me quebré en el último momento. 

Me dolía recordar las palabras de Jenny, de cómo ellos lo hacían como conejos en todas partes y en todas las posiciones.

Sabía que enamorarme de Peter traería estos problemas, lo sabía y aun así no le hice caso a la alarma en mi cerebro que gritaba peligro. 

Ahora él no dejaba de llamarme o enviarme mensajes con demasiadas letras en mayúscula y con tantos signos de admiración que terminaban cayendo en un segundo mensaje complementario. 

—Pues a mí me agrada el chico—dijo Susan llevándose una cucharada de comida y regresándome al presente, sus dientes hacían el mismo sonido que los míos al masticar las cáscaras, solo que ella no hacía una mueca al tragarlas, como yo—. Dime de nuevo, ¿por qué se pelearon? 

Susan aún no conocía a Peter, bueno, al menos no cara a cara; solo sabía de él por las descripciones que le daba papá: un vándalo con estilo de mafioso y apariencia de asesino de abuelitas solitarias, o de secuestrador de gatos. Además de compararlo con un potencial criminal que tenía como meta en la vida embarazar a su única hija. 

Tuve que desmentirlo antes de que ella creyera todo eso. 

—Peter fue novio de mi prima desde hace un poco más de cinco meses atrás — expliqué—, ella solo se encargó de recordarme el por qué estuvieron juntos durante todo ese tiempo. Me dio detalles muy vívidos sobre su relación. 

Aparté las picadas cáscaras de huevo de mi plato y escogí probar esta vez el arroz con habichuelas. 

—Oh —Susan se quedó callada después de eso y masticó con esmero su comida. 

Ella y papá aún no hablaban de matrimonio. Tampoco vivían juntos pero generalmente Susan cocinaba el almuerzo o la cena para él. 

Definitivamente mi papá tendría que estar perdiendo peso porque no creía posible que un puré de brócoli o la ensalada de lechuga que le preparaba Susan lo fueran a engordar, pero aquí estaba, con una barriga que se le marcaba en la camisa y que no dejaba abotonarse correctamente a su quinto botón. Todavía no entendía cómo rayos consiguió a Susan. 

—Voy a salir esta tarde —anuncié una vez que terminé con el arroz en mi plato. 

Papá se acomodó los lentes mientras me miraba con recelo. 

—¿A dónde? —preguntó cruzándose de brazos. Aún seguía enojado porque le apunté a Jenny con un arma falsa y porque lo hice dudar por un momento de su credibilidad como padre al criarme (también porque acusó injustamente a su película favorita de vampiros de ser mala influencia). 

—No me digas que a verte con ese motociclista de mala muerte, ¿verdad? 

—Sip. Me va a llevar a que me hagan un tatuaje —bromeé—, justo aquí. 

Señalé en dirección a mi trasero. 

Él amplió los ojos y dejó de masticar la horrible comida vegetariana que había hecho Susan. 

—Solo bromeo, papá. Relájate. Voy a conseguir un nuevo empleo —dije orgullosamente. No me iba a poner a llorar para que me devolvieran mi puesto en el restaurante; en su lugar me despedí de mis amigos y prometí reunirme con ellos la próxima noche para una ronda de karaoke. No quería nada que tuviera que ver con la familia de Jenny.

Ayer estuve viendo los clasificados en el periódico, habían unos empleos interesantes... y otros demasiado raros para mi gusto; como ese anuncio que encontré, de alguien que se hacía llamar Pitágoras101 y publicó que buscaba sumisa de cabello negro para mantenerla atada a la pata de su cama.

O el otro en el que necesitaban chica de veinte años con su propio juego de grilletes y látigos. 

Escalofriante. 

—Creo que realmente deberías entrar a la universidad. —Esa era Susan. 

Papá negó con la cabeza. 

—Primero necesita independizarse —le dijo mientras se llevaba un bocado de comida a la boca—, ganar su propio dinero y después se tiene que pagar la universidad ella sola. O mejor aún, consigue un trabajo a medio tiempo y así puedes también estudiar. 

No quería admitirlo pero igualmente estuve pensando en esa idea, hasta que me di cuenta que a él se le estaban acumulando las facturas de la luz, el agua, el teléfono, y su suscripción mensual de "Sexy, Varonil y Conservado a los Cuarenta" la revista que, según él, era indispensable ya que siempre daban consejos prácticos sobre cómo evitar la calvicie y cubrir canas a temprana edad. 

Desde que salí de la secundaria me comprometí a ayudarlo a él y a mamá con algunas de las cuentas por pagar, pero en estos últimos meses las cosas se pusieron duras: papá renunció a su trabajo por seguir su sueño de tener un deshuesadero de autos chatarra, y mamá se volvió psíquica. 

Nada de eso proporcionaba el dinero suficiente como para no endeudarse, así que decidí trabajar a tiempo completo para pagar sus cuentas; de todas formas no podía darme el lujo de ir a la universidad porque nunca podría dar dinero para la inscripción y mucho menos la mensualidad. Además que no me consideraba tan grandiosa como para clasificar para una beca. 

—¿Sabes qué? —preguntó Susan—. Creo que tengo contacto en ciertas universidades y podrían hacerte un espacio en su programa. El nuevo semestre inicia el próximo mes, aun puedes anotarte. No me respondas ahora, solo piénsalo.

Asentí con la cabeza y me quedé viendo mi plato de comida. 

No sabía qué pensar de su oferta. Necesitaba el dinero más de lo que necesitaba los estudios, pero en ciertas ocasiones ambas venían de la mano. 

Suspiré y me concentré en las cáscaras. 

—¿No te gustan? —preguntó Susan cuando notó que no las estaba comiendo. 

—Oh no, es que las cáscaras de huevo son algo... 

—¿De huevo? Pero si las cascaras de huevo no se comen. Estas son de naranja.

 ¿De naranja? Esto sabía a todo menos a naranja. 

—Oh. Sí, deliciosas —y en contra de mi voluntad me llevé otra cucharada a la boca. Después tendría que hacerme algún lavado estomacal. 

Las cáscaras rechinaron contra mis dientes y las mastiqué con cuidado para no quebrarme ninguno.
 
Susan sonrió satisfactoriamente.

Tenía mi celular tendido a mi lado, lo encendí nuevamente y casi al instante un mensaje de texto se posicionó en la pantalla; era de Peter. 

Secreto# 121: Dormí con la luz encendida hasta que tuve doce años. Le tenía miedo a la oscuridad y pensaba que mi tía abuela Greta me saldría en la noche (ella realmente no era una mujer atractiva). Mi familia solía amenazarme a la hora de comer vegetales: "come, o tu tía/abuela Greta te saldrá en la noche y te va a comer... a menos que te tragues esos vegetales; ella los odiaba" entonces me los atragantaba todos... 

No pude evitarlo y comencé a reírme, unas cuantas cáscaras se salieron de mi boca. 

Peter continuaba enviándome mensajes con sus secretos numerados. 

En cierto modo era lindo, pero me enfermaba del estómago recordar todo lo que había hecho con Jenny. Me daba asco. 

Yo solo quería saber si él me llegaría a extrañar tanto como yo lo extrañaba justo ahora. 

Mi celular vibró en mi mano, era otro mensaje de él: 

*Te extraño, nena. Por favor di que me perdonas y te prometo que dejaré de ser un idiota... Te prometo la luna... ¿Las estrellas? Aggg, no soy bueno tratando de ser romántico, tenerte en persona hace que mis palabras salgan espontáneamente. 
PD: me estás matando!! Me estoy quemando a fuego lento!!! 

*PD2: escribí el primer capítulo de mi auto biografía. Lo llamé: Chica de ojos color chocolate. 

Despegué la vista del celular y eché un vistazo hacia papá y Susan, ellos seguían comiendo y hablando entre sí. 

Rápidamente le texteé a Peter:

* Eso suena a alguna clase de nombre indio. ¿Quién es la chica? 

* O.O me respondiste? Me devolviste el color al rostro! 

* ¬¬ no seas tonto. Por cierto, estás escribiendo mal los PDs 

* y una mierda si me importa cómo los escriba. Me estas respondiendo!!!!! Por favor habla conmigo! La chica eres tú, nena ;) siempre serás tú… 

Sonreí a la pantalla y volví a apagar el teléfono.
 
Peter Lanzani ¿Qué iba a hacer contigo?

***

—No te entiendo Lali, ¿sabes que con esto estás dejando que Jenny gane? — me reclamó Rita. Ella tenía la tarde libre de trabajo y habíamos quedado en ir al cine a ver una película antes de que empezara con mi cacería de empleo; creo que Mirna también se nos iba a unir. 

—¿Que gane el qué? —pregunté haciendo fila en la zona de comidas para pedir el Pop Corn y las bebidas. 

—¡Ella logró frustrar tu relación con Peter! 

—Ella simplemente me abrió los ojos. 

—Pffftt. El otro día llegó Peter a buscarte a mi casa. Armó un escándalo pensando que estabas allí; ¡se metió en mi cuarto y me acusó de tenerte escondida! Le tuve que mentir y decirle que no sabía dónde carajo estabas. Ustedes dos deberían solucionar sus problemas y… 

—Hola linda —de repente un muy guapo y bronceado Gaston se puso frente a Rita y le dio un casto beso en la boca. 

Abrí enormemente los ojos y la miré sospechosamente. 

El rostro de Rita se puso de todas las tonalidades de rojo que podrían existir en el mundo. 

Gaston pareció darse cuenta de mi presencia, y cuando me vio, su rostro rojo empató con el de mi amiga. 

—Rita Fiorella Day, ¿cuándo pensabas decirme que ahora salías con el mejor amigo de Peter? 

—No… yo no estoy saliendo con él —se defendió ella. 

—Lo que pasa… —ese era Gaston tratando de rascarse el cuello y evitando el contacto visual conmigo. ¿Qué le pasaba a estos dos? —. Yo saludo así a toda la gente. De donde vengo es normal. Creo que no te he saludado todavía, así que… 

Gaston se inclinó frente a mí, me tomó de los hombros y presionó sus labios con los míos. 

Fue rápido pero se sintió una eternidad. 

—Hola Lali, guapa —me guiñó el ojo. 

Mis ojos estaban más que abiertos ahora. ¿Qué fue todo eso? 

—Oh, yo también, yo también —Mirna acababa de entrar al cine cuando presenció todo esto—; yo también acabo de llegar, lindo vaquero. 

Gaston tragó saliva audiblemente y se inclinó frente a Mirna, de manera resignada pegó sus labios con los de ella, pero antes de que pudiera retirarse, Mirna lo tenía atrapado por el cuello.

—Suficiente, suficiente —Rita lo ayudó a separarse. 

Los labios de Gaston quedaron rojos gracias al lápiz de labios color escarlata que usaba Mirna. 

—Creo que es nuestro turno —dijo Rita señalándome hacia la fila que se supone estábamos haciendo—, pídeme una soda de uva y una bolsita de gomitas ácidas.

Asentí en modo automático y me escuché ordenar palomitas de maíz caramelizadas y refrescos para las tres. 

Seguía preguntándome: ¿qué rayos fue todo eso? 

—¿Viniste a ver una película? —finalmente le pregunté a Gaston, solo esperaba que no haya venido con Peter. 

—Sí. Vine con a… alguien —él miró disimuladamente a Rita.

 Mmmm… 

—¿No te vas a quedar con nosotras, vaquero? —Mirna se le pegó en el brazo y le hizo ojitos. 

Gaston se separó rápidamente de ella y caminó en dirección a las salas de cine. 

—Lastimosamente no. Pero tal vez nos veamos más adelante. 

Se despidió de todas y observó por más tiempo a Rita antes de desaparecer entre un pasillo. 

Le lancé miradas acusadoras a ella pero decidió ignorarme. 

—Oh, presiento que nos vamos a divertir todas juntas —chilló Mirna—. La última película que vine a ver fue Titanic, en el 97, y ni la vi bien. En ese entonces salía con Rodolfo, el sexy mesero de un bar a tres cuadras, y ambos aprovechamos la oscuridad de la sala para hacer otras cosas más entretenidas… 

Y así comenzaba nuestra grandiosa salida: con Mirna contándonos sus aventuras sexuales.

Mega Maraton
2/15

No hay comentarios :

Publicar un comentario