sábado, 8 de febrero de 2014

Capitulo 34

La frase tonta de la semana.

Ya no puedo continuar con esto. 

Esas fueron las primeras palabras que se me vinieron a la mente al describir toda mi situación con Peter. 

Sencillamente ya no podía seguir aguantando las mentiras. 

Me sentía insultada, traicionada, decepcionada y todas las otras palabras que terminaban en ada; primero él me decía que no tuvo sentimientos por Jenny, ¿y ahora me decía que hubo un tiempo en que la amó? 

Estaba cansada de todo esto. 

Agarré la mano de Peter justo antes que subiera a la segunda planta de la casa y se desnudara en mi habitación, y traté de llevarlo de nuevo hacia afuera. 

—¿Qué ocurre? —me preguntó— ¿Acaso ya no quieres verme desnudo? 

Lo miré fijamente, negando con la cabeza. 

—No, no quiero verte desnudo —eso era más o menos cierto—. Por favor hablemos en otro lado. 

Peter me examinó con atención, como intentando descifrar lo que estaba a punto de decirle. 

—¿Por qué presiento que vas a romperme el corazón? —preguntó en voz baja. Luego llevó su mano hacia mi mentón y levantó mi cabeza para que lo mirara a los ojos. 

Ojos verdes mentirosos, ojos que ocultaban cosas, ojos que me miraban hasta el fondo. 

—Por favor... —dejó que yo lo tomara de la mano y lo guiara hacia la puerta de entrada. Antes de que pudiera salir por completo a la calle, apareció Susan cargando una pila de dibujos hechos por sus alumnos. 

Nos miró y sonrió ampliamente. 

—Pensé que habías dicho que Rita era la que llamaba a la puerta —dijo haciendo contacto visual con Peter—, pero las visitas sorpresas siempre son lo mejor. 

Me guiñó un ojo y se presentó con él. Maniobró con una mano los dibujos, y con la otra estrechó la de Peter. 

—Yo soy Susan, soy... uhmm, la madrastra de Lali —hizo una mueca ante la mención de la palabra madrastra.

Me tensé también al oírla. Nunca había asociado a las madrastras con personas buenas, o vegetarianas como Susan. Las imaginaba malvadas, come corazones y envidiosas. 

—Soy Peter, el novio —dijo él cautelosamente, midiendo mi reacción. 

Yo miré hacia otro lado. 

Susan asintió y abrió la boca para decir más, pero la llegada de papá a la habitación hizo que ella guardara silencio. 

Mi padre aún masticaba la berenjena de la cena en su boca, arrugó la nariz al ver a Peter de pie, ensuciando el piso con sus botas negras. 

—¿Qué hace él aquí? —escupió las palabras—, ¿con qué intenciones vienes a visitar a mi hija? 

—Vengo a pedirle la mano de Lali —respondió Peter solemnemente. 

—¿Qué? 

Papá comenzó a ahogarse con la berenjena. Susan le tuvo que dar pequeños golpecitos en la espalda para que dejara de toser. 

Le di un codazo a Peter y él simplemente se encogió de hombros. 

—Papá, Peter está bromeando —dije para tranquilizarlo—. Es más, él ya se va ¿no es cierto, Peter? 

Le lancé miradas asesinas, que él, convenientemente decidió ignorar. 

—No, señor. Me gusta ser serio sobre el asunto; quiero casarme con su hija, tener ocho hijos y vivir apartados de la civilización. 

Peter tomó mi mano y la besó frente a papá. A Susan se le abrieron los ojos y yo tuve que arrastrar a Peter para sacarlo por la fuerza antes de que a mi padre le diera un ataque al corazón. 

Finalmente él cedió y salimos hacia el porche de la casa. 

—¡No seas tonto! ¿Por qué le dijiste eso a mi padre? —le dije una vez que estábamos fuera. 

—Tranquila nena. Yo sé que tu padre no me acepta, solo quería bromear un poco con él. 

Resoplé.

—Deja de hacerlo. Para ti es gracioso. Para él significa una embolia o la planeación de un asesinato en la próxima semana. 

Peter rió alto y claro. 

—Está bien, por ti lo que sea, nena.

 Eso me molestó. 

¿Por mí lo que sea? 

—Sencillamente no te entiendo —dije exasperada—. Vienes y eres capaz de decirme cosas bonitas, cosas que quiero escuchar, pero también te contradices tú solo. Ya no sé qué pensar de ti Peter. 

—¿En qué me estoy contradiciendo? —se cruzó de brazos y apoyó su cadera contra la pared más cercana. Yo imité su gesto. 

—Con todo, pero principalmente con Jenny. Me dijiste que te acostabas con ella porque era sólo un cuerpo más entre el montón, ¿pero luego vienes y me dices que la amabas? ¿Qué por eso te tatuaste su nombre? Además, me estás escondiendo tantas cosas que ya perdí la cuenta. 

—Lali... 

Levanté un dedo para detenerlo. 

—Si no quieres perderme será mejor que me digas todo. 

—Te lo he dicho y dado todo... 

—No, no lo has hecho. O al menos soy codiciosa y quiero más. 

—Mmmm, me gusta la Lali codiciosa. 

—Por favor Peter, detente. Si no querías lastimarme, lo estás haciendo ahora. 

—¿Te estoy lastimando? ¿Cómo? Dime para darme patadas y no hacerlo nuevamente —me tomó de los hombros pero yo fui más rápida intuyendo su movimiento y me moví lejos de su alcance. 

—Quiero que nos demos un tiempo —eso salió de mi boca. 

Por primera vez, desde que conocí a Peter, se quedó sin palabras. 

Su boca se abría y se cerraba pero no decía nada. 

—¿Por qué? —fue lo único que preguntó. 

Me removí incómoda en mi lugar. 

—Porque estoy confundida, por eso. 

Minutos de silencio pasaron hasta que finalmente habló: 

—Está bien. Te voy a dejar en paz si al menos me das una buena razón —descruzó los brazos y no dejó de verme fijamente, esperando mi respuesta. 

—¡Porque estoy harta que no me digas la verdad acerca de nada! Me costó un mundo hacer que me hablaras de Nicole, y te apuesto a que si Elena no hubiera sacado el tema el otro día en la playa, tú nunca, jamás, me hubieras contado sobre ella —estaba gritando ahora, histérica—. ¡Tienes demasiados misterios de los cuales no me has dicho absolutamente nada, cuando yo siempre he sido un libro abierto fácil de leer para ti! ¡No confías lo suficiente en mí! ¡Eres ciento cincuenta misterios de Lanzani, en persona! Y tal vez, tal vez no quiera ser la protagonista de tu libro. Eres demasiado con lo que aguantar… y… —mi voz perdía intensidad ya para el final—… y no creo que haya una sola chica que pueda soportar subirse a esta montaña rusa o ser el plato de segunda mesa que dejó Jenny. Yo solo quiero una relación normal con alguien que no esté tan jodido como tú o como Franco. 

Después de decir todo lo que tenía que decir, Peter se quedó bastante callado, silencioso. Me daba miedo verlo a los ojos para medir su reacción. 

¿Tal vez me pasé de la raya? 

—Me duele que no me digas la verdad —hablé cuando noté que el silencio continuaba espesándose entre nosotros—; esto no es acerca de un estúpido tatuaje, Peter. Esto es porque no estoy segura de si estamos en la misma página, o si voy a soportar tus mentiras por más tiempo. O porque probablemente tu y yo no seamos el uno para el otro. 

Después de un minuto entero de contener la respiración, Peter finalmente habló… o más bien lo escuché tragando saliva.

—¿Quieres terminar conmigo? ¿De nuevo? —Sonaba herido. Cierto, le había dejado de hablar por una semana cuando Jenny me había enumerado todos los lugares en los que lo hicieron como conejos. Nunca debí perdonarlo de vuelta; sencillamente tuve que haber acabado con esto de una vez por todas. 

Me obligué a decir las siguientes palabras: 

—Quiero terminar contigo Peter. No puedo seguir con esto si tú no estás siendo completamente sincero conmigo… entiende que me vuelve insegura no saber lo que pasa. Te amo pero… —me detuve de hablar. ¿Le había dicho que lo amaba? Mierda. Ahora no iba a lograr sacarlo de mi casa por el resto del día. 

—Espera… —dijo con cierta emoción en su voz—, ¿me amas? ¿Me amas pero me vas a dejar? 

—Te amo pero creo que sigues siendo esclavo de lo que sientes por Jenny. Siento que nunca voy a lograr erradicarla de nuestra relación y de nuestras vidas. 

Empecé a dar pasos hacia el interior de la casa pero Peter me tomó del brazo y me trajo de vuelta a mi lugar. 

—Alto ahí, Lali. Hazme un favor y deja de suponer cosas que no son ciertas más que en tu cabeza. YO NO AMO A JENNY, te dije que hubo un tiempo en que la amé… en pasado. Fue muchísimo antes de saber siquiera que andaba con Ian y que tenía todo un harén de hombres haciendo fila por ella. Yo era demasiado tonto en esa época, un completo asno que se dejó impresionar, nada más. Y sí, fue un cuerpo bonito con el que me acosté; y no te voy a negar que, el hecho de que no tuviéramos un compromiso serio, logró hacer que mi decisión de quedarme con ella fuera fácil. Sencilla. Soy un hombre después de todo. ¿Y el jodido tatuaje? Ese lo hice cuando estaba ebrio, cuando aparecí por primera vez en el departamento de Jenny embebido en alcohol y alucinando con hacerle cosas a su prima que no debería estar pensando en hacérselas. Y por si no te queda claro, me estoy refiriendo a ti. 

»Como estúpido borracho que estaba, cometí el error de contarle a Jenny que me gustaba la forma en la que andabas despreocupada con tu libro en la mano, usando piyamas ridículos, o con esas espantosas pantuflas de conejito que siempre llevabas por las noches. O cuando estabas sencillamente haciendo lo que sea que hacías, como respirar. 

»Lo que hizo Jenny fue aprovecharse y sugerirme lo del tatuaje para que no la olvidara. ¡Perdona si en ese momento me pareció la cosa más lógica de hacer! ¡Se supone que la amaba y que era mi “novia” y decidí que era buena idea complacerla! Lo sé, soy el idiota más grande que ha pisado este planeta pero los hay peores que yo. 

Abrí mi boca para después cerrarla, pero era Peter quien esta vez no me dejaba hablar. 

—¿Qué te estoy escondiendo, Lali? —continuó diciendo con fervor, con la sangre hirviendo dentro de su piel—. Te he dicho todo lo que hay que decir sobre mí… pero si no es suficiente para ti, entonces… comencemos por el principio —Tomó un largo respiro y empezó a hablar rápido—: Mi nombre completo es Juan Pedro Lanzani, lo sé, es nombre de mierda pero me lo pusieron en honor a mi tátara abuelo Juan Pedro algo… tengo un hermano loco con esquizofrenia llamado Aarón y que, en las pocas veces que lo he visto, todavía cree que lo intento envenenar hasta con el maldito vaso de agua. Tengo veintitrés años y me hago cargo de mi abuela, una señora de setenta años de edad con personalidad de diva, también tengo un perro Golden Retriever llamado Carlo que come por ocho personas, una mofeta sin glándulas con el que mi sobrina se encariñó, dicha niña de diez años que amo como si fuera mía. Una niña que tuvo una infancia difícil y que protejo con mi vida para evitar que la gente le haga daño o la miren como si fuera un bicho raro. 

»¿Mi dinero? En realidad es el de mis padres, pasó a ser mío cuando murieron. ¿Mi trabajo? Simplemente ayudo a la banda de mi amigo a conseguir un poco de fama porque fui el primero en invertir dinero en ellos antes de que consiguieran un contrato con alguna disquera. Trabajé un tiempo vendiendo autos de lujo en una tienda donde el dueño conocía a mi padre… ¿y por qué pedí trabajo en ese lugar si se supone que yo no necesito el dinero? Simple: porque me enteré que mis padres tenían negocios ilícitos con gente que distribuía droga. Todo el dinero que poseo lo ganaron, o robando, o distribuyendo cocaína. ¿Por qué crees que quiero deshacerme de él tan rápido? ¿Por qué crees que le pagaba grandes sumas a Porky por cosas insignificantes que a la vez me acercaban a ti? Porque intenté donarlo a la caridad o algo por el estilo, pero se sentía incorrecto. Me sentía un completo hijo de puta entregándoles dinero manchado con sangre… Al parecer mi hermano sabía de todo esto pero nadie pudo decirme cuando tenía la edad suficiente como para comprenderlo.

 »No duermo pensando en si esa gente que mantenía negocios con mis padres intentará buscarme a mí y a mi familia de nuevo… porque lo hicieron, llegaron mientras mi sobrina estaba en la escuela y me amenazaron para que continuara con el legado de mis padres, no querían perder la zona por la que ellos se mataron tanto trabajando; por eso saqué a Nicole de la escuela y la mandé a ella y a mi abuela a vivir juntas en otro lado. Ahora entiendes por qué soy sobreprotector y reservado con ella… incluso contigo. No provengo de una buena familia con excelentes valores morales como siempre creí que lo hacía. 

»Tampoco quiero que te hagan daño. Te lo dije Lali, siendo el egoísta que soy quise retenerte a mi lado aun sabiendo que podías correr peligro conmigo, siempre supe que lo mejor era no incluirte en mi jodida vida de mierda. Lo siento nena, mi intención jamás fue confundirte… eres libre de irte y zafarte de este asunto sin sentirte culpable. Es más, prometo no enojarme o intentar molerle la cara a golpes a cualquier otro tipo que vea colgando en tu brazo. Anda Lali, desaparece de mi vida antes que sea demasiado tarde y se te pase la oportunidad. 

Me quedé atónita con todo lo que me dijo Peter. 

Parpadeé varias veces intentando retener las lágrimas que se formaban en mis ojos. 

¿Qué acababa de suceder? 

—¿No crees que ya es demasiado tarde como para no estar involucrada? —fue lo único que mi garganta reseca me permitió decir—, te acabo de decir que te amo… y tú sólo buscas excusas.

—Lo sé. Pero también acabas de abrirme los ojos… ya no puedo vivir en un cuento de hadas contigo. No fue mi intención hacerte daño; quería ocultarte las partes feas de mi vida pero no sabía que eso era lo que más te estaba lastimando. Por favor no me ames más, echo a perder todo lo que está a mi alrededor. Y si no te apartas lo suficiente de mí, entonces prometo que haré hasta lo imposible para que llegues a odiarme y así aprendas a mantener la distancia. Como tú sugeriste: es mejor que nos demos un tiempo libre. No soy alguien con el que te conviene estar. Tenías razón después de todo: tal vez tú y yo no seamos lo que necesita el otro. 

Yo continuaba estúpidamente en silencio. Por fin lograba abrirse conmigo y me decía todo esto. No sabía qué pensar. 

Tragué el nudo que se formó en mi garganta. 

Las lágrimas dejaron el orgullo de lado y corrieron por mi cara con facilidad. 

Me dolía todo. Era… demasiado. 

Se sentía como si me hubieran arrancado el corazón para después ponerlo en su lugar. 

—¡Eres un tonto! —chillé. Corrí lo más cerca de Peter y comencé a golpearlo en el pecho repetidamente. 

—¡Eres un grandísimo idiota! —seguí con los golpes—, me haces sentir confundida un momento y al siguiente me haces sentir como si fuera la peor persona en el mundo. 

Él no dijo nada, sólo dejó que lo golpeara en el pecho y que llorara con gruesas y grandes lágrimas. 

—Lo siento mucho nena —dijo sobando mi pelo. 

Me aparté inmediatamente y lo vi detrás de mis ojos nublados. 

—No te creo nada. ¡Seguro estás mintiéndome como siempre lo haces! —tenía que ser eso. Esta vez no caería tan fácil. 

—Entonces no me creas —dijo simplemente—. Es mejor de esa forma. Lamento que por mi culpa te sintieras insegura. 

—¿Por qué me cuentas esto hasta ahora? —le reclamé histérica. 

Ni siquiera podía entender por qué estaba tan furiosa y a la vez llorando. ¿De dónde venía toda esta ira? 

—¿Jenny sabía esto? ¡Dime! ¿Lo sabía? —continué gritando. 

Por el rabillo del ojo noté a Susan tratando de contener a mi padre y regresándolo a la casa. No me importaba si ellos habían escuchado algo de lo que Peter me dijo. 

—Creo que ella logró sacarme información en una de esas tantas veces que me emborraché. Yo jamás le dije nada, te lo juro. Al menos no cuando estaba consciente. Eres la única a la que se lo he contado todo. 

—Bien, pues no creo que debas hacer un gran esfuerzo para que te odie, porque desde ya lo estás haciendo. ¡Eres un tonto, un idiota completo! Me caes mal Peter Lanzani —grité—, será mejor que no te me acerques de nuevo. ¡Ya no sé qué creer de ti! ¿Es verdad lo que me dices? ¿Es mentira? Pienso que me estoy volviendo loca. Te amo y te odio por ocultarme tantas cosas, por… por… ¡nada de esto tiene sentido!
 
Peter agachó la cabeza y evitó el contacto visual conmigo.

—Lo siento —volvió a repetir—, si me hubiera alejado antes no tendrías que estar en este dilema en estos momentos. Pero todo lo que te he dicho es la verdad. Jenny me acusó de ser un ladrón porque ella nunca supo de dónde venía mi dinero. Jamás le dije nada y puedes preguntarle lo que quieras, ella solo te va a decir las suposiciones que hacía de mí, y que tú muy fervientemente creías. 

Me quedé en silencio nuevamente, procesando la jugosa información que me había dado. 

De nuevo me sentía como la mala de la historia. 

—¿Me estás dejando porque te dije que quería un tiempo lejos de ti? —pregunté después de unos minutos. 

—Te estoy dejando porque te estoy haciendo mucho daño. Intenté retenerte lo más que pude pero al hacerlo solo estaba pensando en mí… 

¿Por qué le estaba reclamando esto? Yo era la que quería espacio. 

—Ves a lo que me refiero —murmuró él de repente—, solo te estoy causando más dolores de cabeza de los que necesitas. Debí apartarme desde hace tiempo atrás. 

—Entonces vete. Vete porque me estoy volviendo loca —sorbí unos cuantos mocos y pasé la palma de mi mano por mis mejillas. Se sentían calientes y me ardían los labios—. Definitivamente no hay forma en que tú y yo podamos funcionar. Nunca. Yo no me merezco esto. 

Por un momento nuestros ojos se sostuvieron y me sorprendió ver dolor en los suyos. 

—Lamento arruinarte la noche —se limitó a decir. Comenzó a acercarse a mí para enjugar mis lágrimas, pero yo me aparté de su camino. 

—Vete de una buena vez, vete antes de que me hagas más daño —dije amenazadoramente. 

Asintió con la cabeza y movió un pie tras otro hasta llegar a su motocicleta estacionada en la acera. Justo cuando estaba por subirse, se volteó una última vez y me sonrió con tristeza. 

—Se me olvidaba darte algo —dijo y rebuscó en el bolsillo de su pantalón hasta que sacó una pequeñísima caja de color amarillo—, esto no te lo estoy dando de mi parte. Viene de Nicole; ella quiso que te lo diera porque no aguantaba las ganas de que lo vieras. No te sientas obligada a aparecerte en mi apartamento solo por eso. 

Me lo entregó en la mano, envolviendo sus dedos en los míos, dándoles un apretón que envió escalofríos a mi cuerpo entero. 

Se apartó rápidamente y se subió a su moto. 

—Por cierto… —dijo antes de ponerse en marcha—, el tatuaje con el nombre de Jenny lo cubrí con otro. Con un colibrí y con una de esas mierdas tribales que Gaston me sugirió que hiciera. Cometí una estupidez pero no pienso repetirla de nuevo. Lamento de verdad que todo terminara de esta manera, de haber sabido que te perdería, te hubiera besado con más fuerza esta mañana, habría hecho eterno cada beso. 

No pude replicarle con nada porque en eso él aceleró la motocicleta y lo vi perderse en la distancia hasta que se hizo pequeño para mis ojos.

Me sentía entumecida, congelada, dolida y atónita con lo que acababa de suceder. En menos de veinte minutos todo terminó entre Peter y yo. Me parecía tan extraño, tanto, que costaba creérmelo. Todo sucedió tan rápido. 

Repentinamente volví a la vida al sentir la diminuta caja entre mis manos. 

La abrí en modo zombi ya que mis dedos seguían congelados, desenvolví una nota que venía pegada en la tapa. 

Escrita con un crayón morado, en letra grande y curva se leía “Para las que no aguantamos llegar hasta los veintisiete y esperar a que las mejores cosas ocurran”. 

Adjunto venía un collar con el número 27 en color plateado colgando de un pedazo de cinta de cuero negra. 

Sonreí mientras dejaba que nuevas lágrimas cayeran por mi rostro. 

Esa niña era alguien especial. 

Pero era lo mejor, terminar con Peter era bueno para la salud; no podía seguir pasando por desapercibido esas pequeñas cosas que me indicaron que él no era para mí. Adoraba ser parte de su mundo... Pero tal vez esto sea lo correcto de hacer. 

Limpié mi cara de las lágrimas, pero parecía como que nunca pararían de salir. 

Y así, llorando, fue como Rita me encontró cuando se aproximaba a la casa. Ella cargaba un bolso abultado en donde seguramente traía su ropa de dormir para esta noche. 

Pero de repente mis planes cambiaron, se vinieron abajo.

Mega Maraton
12/15

3 comentarios :

  1. NOOOOOOOOOOOOOOO!!!!! La put madre noo porque!! Coño todo por la estupida de jenny y de franco... ¬¬ Porque no pueden durar un tiempo juntos y sin problemas :(( Porfa sube mas no puedo mas con la intriga quiero saber que sucede ahora

    Andrea A.

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