sábado, 8 de febrero de 2014

Capitulo 37

Gente con colas

Durante la cena, todo había ido remotamente bien. Peter no volvió a dirigirme la palabra desde que entré a su departamento, y no continuó haciéndome preguntas posesivas acerca de supuestos novios que Jenny probablemente inventó que yo tenía. 

Nicole me enseñó su álbum con imágenes de mariposas, y me regaló una de color dorado. Su abuela, la señora Gertrude (o Gerty, como me hacía llamarla) me contó historias vergonzosas de Peter cuando era bebé y en su familia lo vestían con un trajecito de conejo (he ahí su miedo irracional por los conejos… En serio, Peter Lanzani le tiene miedo a los conejos, creo que me lo confesó cuando se le ocurrió la idea de acosarme con mensajes de texto y escribir sus secretos. Si no me equivocaba era el secreto# 13). 

—Y cuéntame Lali, ¿estudias? —me preguntó casualmente Gerty mientras continuábamos pasando fotos de un Peter más joven, con menos musculatura y con un claro indicio de sobre mordida.

—Empiezo clases este semestre en la universidad —anuncié alegremente. 

Susan ya había ingresado mis papeles y me ayudó a prepararme para el riguroso examen de admisión que debía tomar la otra semana. 

—Te felicito, ¿qué piensas estudiar? —me entregó una foto de Peter cuando era niño, estaba abrazando a una hermosa mujer de cabello marrón y de ojos verdes idénticos a los de él. El parecido era increíble. Debía ser su mamá. 

De fondo tenían la playa y ambos sonreían para la cámara. 

No entendía el por qué la señora Gertrude me estaba enseñando estas fotografías, Peter y yo claramente nos encontrábamos distanciados. Él seguía evitándome y yo continuaba fingiendo que ver esa etapa en donde era niño no me afectaba horriblemente. 

—Me integré al programa de Historia del Arte —dije, recordando la pregunta inicial que me había hecho. 

Tomé la siguiente foto y vi a dos niños, uno más alto que el otro, peleando con espadas laser. Él debía ser el hermano de Peter, ambos eran idénticos, casi gemelos, con los mismos ojos verdes y exactamente el mismo cabello negro. Me quedé muda por un momento. 

—¡Ese es mi papi! Míralo Lali —chilló Nicole detrás de mi hombro, pegué un brinco ante el susto que me dio cuando apareció tan repentinamente—. ¿Verdad que se parece mucho al tío Peter? Él ya murió pero era así de apuesto. 

Al otro lado de la habitación, Peter se tensó. Lo vi levantarse e instantáneamente me quitó la foto y el álbum entero. 

—¡Oye! —protestó su abuela—. Lo estábamos viend… 

—Ya es tarde —interrumpió él—, es hora de que Lali regrese a su casa. 

—¿No se puede quedar a dormir solo por hoy? —rogó Nicole. 

—No. 

Él me tomó del brazo con un poco de brusquedad, y me obligó a levantarme del sofá, haciendo que algunas de las fotos que mantenía en mi regazo cayeran dispersas al suelo. 

—Lali, necesitas irte ahora —me arrastró unos cuantos pasos antes de que su sobrina tomara mi mano libre y me empujara de su lado. 

—¡Espera! No te la lleves, quiero invitarla a venir este fin de semana… vamos a dejar a Steve con una familia que vive en el campo… 

—Ella no puede ir —respondió Peter por mí. 

—Ella tiene voz propia —dije, enojada y furiosa por cómo me estaba tratando. 

—Ella no la usa muy a menudo, al menos no para pelear por las cosas correctas. 

Fruncí el ceño. 

—Ni ella ni yo sabemos de qué estás hablando —grité. 

Él volvió a su labor de arrastrarme por el departamento, haciendo que Nicole me soltara, pero en vez de dirigirme a la puerta como yo creía, me llevó en dirección a su habitación. 

—Hablaré con Lali por unos momentos, que nadie nos moleste —dijo por sobre mi hombro.
 
Me metió en su dormitorio y cerró detrás de mí.

—¿Qué piensas que estás haciendo? —gruñí soltándome de su agarre. 

—Ahorrándote un mundo de problemas. ¿Tienes cómo llegar a tu casa? 

—Sí. Le pediré a uno de mis tantos novios que me lleve —respondí mordazmente. 

Me giré hacia la puerta y estaba por tomar la manija, cuando Peter pasó su brazo sobre mi cintura, impidiendo que me alejara de él, pegando mi espalda contra su pecho. 

—Dijiste que viniste a hablar conmigo —susurró en mi oído— ¿qué querías decirme? Dilo. 

Me puse nerviosa. Ni siquiera recordaba para qué había venido a verlo. 

—Yo quería… 

—Te escucho. 

—Yo… solo vine porque quería saber cómo estabas. 

—Destrozado —respondió fácilmente. 

—Todo lo que me contaste ese día… lo de tus padres… yo… 

—Por favor no sientas lástima por mí. 

—No es lástima; es que me preocupo por ti. 

—No lo hagas —lentamente me dio la vuelta para que nuestros rostros quedaran uno frente al otro—, te estoy haciendo un favor al alejarte de mí. Te dije, desde antes, que conmigo no hay finales felices. 

—Y yo recuerdo decirte que los finales felices están sobrevalorados. 

—¿Quién no querría un final feliz, Lali? 

—Para empezar —le dije— nadie quiere un final. 

Sus ojos se deslizaron por cada segmento de mi rostro, deteniéndose fijamente en mis labios. 

Me los lamí, sintiéndolos secos tan de repente. 

Después de eso ninguno de los dos habló, hasta que finalmente él dijo: 

—Buenas noches Lali. Es mejor que te vayas antes de que sea muy tarde. 

Pero ya era tarde. Cada onza de mi cuerpo sabía que ya había perdido a Peter. Estaba demasiado lejos de recuperarlo. 

—Buenas noches Peter. 

Me sentía herida mientras dejaba que él me tomara de la mano y me dirigiera hacia la puerta de su dormitorio para poder despedirme de la niña y de su abuela. 

No entendía por qué me trataba de esta forma. Tuve que haber hecho algo muy malo para que reaccionara así. 

Lo detuve a solo unos pasos de abrir y lo forcé a bajar la mirada. 

Mis ojos se fueron directamente hacia su boca. 

—Solo una cosa más —susurré. 

Me elevé sobre las puntas de mis pies y alcancé su mejilla con mi mano; le deposité un beso en los labios y luego acaricié su mandíbula. 

Me separé rápidamente. 

—¿Y eso por qué fue? —preguntó. 

Su vista se alternaba entre mis labios y mis ojos. 

—Eso fue… fue por todo —aunque no debería estar alimentando mi tortura, y sí, él se había portado como un idiota por estar corriéndome de su departamento, pero más que todo lo hice para mi beneficio. Porque quería saborear su piel una última vez, porque quería besarlo sabiendo que este era nuestro beso de despedida. Porque simple y sencillamente lo echaba de menos. 

Lentamente las manos de él fueron a parar a mi cintura, sujetándome con la fuerza necesaria como para sostenerme en pie y al mismo tiempo comprobar que yo era real y no un producto de su imaginación… o al menos así se sintió para mí. 

—Nena… —murmuró contra mi mejilla, no quedaba espacio desperdiciado entre los dos—, te estoy dejando ser libre y tú solo insistes en volver a entrar a la boca del lobo. 

—¿Ya no vampiro entonces? ¿Ahora eres lobo? —dije bromeando para aligerar el ambiente. 

—Ninguno. A veces me considero algo peor. No deberías ser tan amable conmigo al ver la forma en la que te trato, mereces a alguien mejor —con sus dedos acarició mi mejilla, mis labios. 

—Entonces deja de tratarme así —sollocé sintiéndome cansada de todo esto—, deja de decir que no eres el indicado para mí y comienza a trabajar para serlo. 

—No entiendes. Estoy demasiado quebrado hasta el punto donde no hay reparo. Temo hacerte daño o decepcionarte a ti también. Quiero protegerte pero siento que te me escapas de las manos, te quiero tanto que tengo miedo de echarlo a perder como todo lo que he echado a perder en la vida. No quiero esconderte nada pero debo, a la vez, esconderte todo. 

Mis ojos se humedecieron ante sus palabras. 

—¿Me quieres tanto como para apartarme? —eso no tenía lógica. 

—Te quiero lo suficiente como para saber que yo no soy el indicado para ti. 

—Estás loco —sollocé un poco más. No quería verme tan débil y afectada frente a él así que me prometí silenciosamente no llorar—. Será mejor que me vaya entonces. 

—De acuerdo —dijo pero no hizo el mínimo esfuerzo por separarse de mí. 

—Pero antes… solo quiero… 

—Lo que pidas. ¿Qué es? 

—Quiero un último beso. 

—Lali… 

—Dijiste que lo harías eterno, ¿recuerdas? Ahora tienes la oportunidad de hacerlo. Hazlo. 

Abrió su boca pero al instante la cerró, lamiéndose los labios y buscando en mis ojos alguna señal para detenerse. No le di ninguna. 

No puse distancia cuando su frente se pegó contra la mía; tampoco me resistí cuando él me atrajo lentamente a su cuerpo, o cuando me respiró en la boca, tan cerca de besarme pero a la vez tratando de ir lento para saborear el momento. 

Sus labios descendieron a los míos y fue como si aquello que estuvo muriendo en mi interior durante toda la semana pasada, ahora volviera a la vida. 

Su boca se movió con facilidad contra la mía, saludándose, reconociéndose, entregándose, amándose tan lenta y deliciosamente que casi me hace estallar la sensación.

Mis manos se enroscaron en su cuello, y los dedos de mis pies se retorcieron de la felicidad. Solo en ese momento me di cuenta que mis piernas estaban en el aire, sosteniéndome únicamente gracias al cuerpo de Peter. 

Su boca seguía pegada a la mía, saboreando todo a su paso de una manera lenta y sensual. 

—¿Estás segura de querer esto? —murmuró despegándose por un momento de mi boca. 

Respondí devolviéndole el beso con fuerza; con un poco más de urgencia y de manera necesitada. 

Lo sentí caminar conmigo a cuestas y supe que me estaba llevando a la cama detrás de nosotros. Nuestro beso pasó de inocente, a algo más ardiente. 

Me acostó sin romper el beso, sus codos sosteniendo su peso, su cabello que tocaba mi frente, su barba raspando mi nariz y mejillas mientras continuábamos besándonos. 

De pronto él asomó su lengua, cepillando mi labio inferior; le concedí la entrada a mi boca y la sensación de calor aumentó dentro de mi piel. 

Sentí su mano tocando mi mentón, moviendo mi cabeza en posiciones revertidas para que su lengua tocara los puntos perfectos de mi paladar. Me retorcí debajo de él y jadeé de placer. 

Rápidamente su mano continuó bajando hasta mi cuello, después se deslizó sobre mi clavícula, se detuvo en mis pechos y ahuecó uno con sus manos, sobre la tela de mi camiseta. Volví a retorcerme, apartándome de su boca para encontrar aire. 

Su dedo pulgar frotó unas tres veces antes de que perdiera el control y jadeara fuertemente. 

Su boca regresó a la mía, excavando más profundamente y repasando su lengua sobre mis labios. 

Su mano no se quedó mucho tiempo en la parte superior, se movió con confianza y con agilidad sobre mi estómago (en donde mis mariposas se habían salido de control y hacían estragos con mis nervios sensibles), luego bajó a mi vientre, levantando mi camiseta sobre mi cabeza y quitándola. La lanzó al suelo y le dio una larga mirada a mi cuerpo antes de abalanzar de nuevo su boca sobre la mía, devorándome con renovadas ganas; sentía sus dedos sobre mi piel, apretando y amasando a su gusto. 

Su boca se movió sobre mi vientre, sus manos sobre mis pechos, todo se mezclaba para crear esta armonía para la canción perfecta. 

Regresó a mis labios y continuó besando, mordiendo juguetonamente; su mano bajó sobre mi estómago y pronto estuvo sobre la cima de mi pantalón. Sutilmente desabrochó el único botón y bajó el cierre con planeada lentitud. 

Volví a gemir. Ni siquiera me reconocía a mí misma en ese momento, sonaba… necesitada. 

Escuché a Peter gruñir y continuó bajando el cierre para después perder su mano dentro de mi pantalón.

Suspiré y arqueé la espalda.

Sus dedos no tardaron en moverse dentro de mi ropa interior. Me mordí el labio, dándome cuenta que Peter ya no estaba besándome sino que ahora su cabeza descansaba en el hueco de mi cuello, mordisqueando la piel en esa zona, bajando hacia mis pechos y depositando besos. Mis manos apretaban sus brazos y comencé a mover mis caderas al ritmo en el que él estaba moviendo sus dedos dentro de mí. 

Una capa de sudor se acumuló en mi cuerpo entero, me arqueé varias veces y en mi mente suplicaba que parara, y a la vez que fuera más rápido. 

Mis sentidos estaban en conflicto. 

Lentamente dejé de pensar y me concentré en los dedos de Peter haciendo círculos y yendo lento pero fuerte y decidido a la vez. 

Algo empezó a comprimirse en mi interior, apretándose y tensándose, construyéndose sin poder evitarlo. 

Toda la lujuria acumulándose para este momento. 

Antes de poder gritar, Peter cubrió mi boca con la suya y ahogó mis gemidos sin sentido y una versión distorsionada de su nombre. Mi corazón se aceleró, mi espalda permaneció arqueada por unos segundos, y no podía sentir las piernas. 

No sé cuánto tiempo pasó, ni siquiera sentí cuándo Peter retiró sus dedos. Solo supe que jadeaba menos que antes y que mi pecho subía y bajaba con intensidad. 

Después de unos minutos de la inconsciencia, y de sentirme extremadamente liviana y lánguida, recordé dónde estaba y, lo que era más importante, quién estaba al otro lado de esta habitación, en la sala. 

Me aparté de Peter y me senté de golpe. La vergüenza me invadió tornando mis mejillas al rojo vivo. 

Yo… yo había… en el departamento de Peter… con su abuela y su sobrina a tan solo unos metros de distancia… 

Me puse de pie rápidamente y, con la misma velocidad, me caí al suelo.

Peter se levantó detrás de mí y se sentó cerca de donde había caído. Se miraba diferente, como si ahora me mirara con nuevos ojos. 

Qué vergüenza. Yo tenía un poco más de sentido común, pero al parecer éste se había quedado mudo hace un momento atrás, cuando más lo necesitaba, dejando que un “Aaaaaaaaddd…mmmmmm” ocupara su lugar. 

Me aparté el pelo de la cara, y fingiendo dignidad me senté con las piernas cruzadas, mirando a Peter sin rehuir de sus ojos verdes. 

—Eso fue… —comenzó él a decir— increíble. 

La sangre en mis mejillas quemó con su rubor. 

Pronto noté que mi camisa estaba tirada en alguna parte del suelo, me movilicé a buscarla pero no la pude encontrar. Me arrodillé e incluso miré debajo de la cama. 

—¿Buscas esto? —preguntó Peter de forma divertida. Él tenía mi camiseta en sus manos. 

—No es divertido —me puse de pie y limpié mis manos con la tela del pantalón. Me crucé de brazos, tratando de tapar mi breve desnudez —. Dámela. 

—Ven aquí por ella —se movió unos cuantos pasos atrás y agitó la camisa frente a mí.
 
Tarado.

Me acerqué hacia él, rodando mis ojos y suspirando teatralmente. Extendí mi mano para que me la diera pero rápidamente escondió la camiseta detrás de su espalda. 

—Peter.dame.esa.camiseta. 

¿Qué acaso no entendía que su familia estaba prácticamente al otro lado de esa puerta? Y con todo el ruido que hice… ¡Aggg! Yo era todo un caos. 

Me acerqué una vez más a Peter, pero en vez de extender la mano, corrí para tirármele encima. 

Lo golpeé unas pocas veces en el pecho y creo que le mordí la oreja. 

—¡Lali! —gritaba él tratando de bajarme. 

—¡Mi camiseta! 

Finalmente la recuperé y di un grito de victoria. 

Todavía estaba sobre Peter, pero de alguna forma terminé en su espalda, sujetando mis piernas alrededor de su cintura, con mi frente sudada por el esfuerzo, y con el cabello revuelto y pegado a los costados de mi cuello. 

La puerta del dormitorio se abrió repentinamente. Al otro lado se encontraba Nicole, con los brazos en jarra y con un puchero que le sobresaltaba la boca. 

Agrandé los ojos al verla, y caí de trasero al suelo cuando intenté separarme de su tío. 

—Nicole… dije que nadie podía entrar a mi habitación. 

Rápidamente me puse la camiseta. Nerviosa y con mayor vergüenza que antes. 

Qué vergüenza. Qué vergüenza. Qué vergüenza. 

Nicole dirigió sus ojitos verdes de uno hacia el otro. Mirándonos con picardía. 

Me mordí el labio. 

—Ya sé lo que ocurre aquí —dijo lentamente, examinando la escena a su alrededor. 

—No es lo que crees —me apresuré a decir. Estaba nerviosa. 

—Claro que sé qué pasa —reafirmó— ¡Ustedes se van a duchar! Eso significa que van a dejar de estar enojados el uno con el otro. ¡Tío Peter, ahora sí vas a continuar cantando conmigo las canciones de Selena! 

—Nicole, ve a la cocina —le dijo Peter. 

—Pero yo quiero ver qué pasa… la abuela no me deja ver qué sigue después de que la gente se quita la ropa para bañarse… 

—¡Nicole Alexandra Lanzani, ve a la cocina inmediatamente! 

La niña agachó la cabeza y se dio media vuelta, caminando entristecida. 

—Nunca me dejas jugar con ustedes —murmuró mientras se iba. 

—No seas tan malo con ella —dije en su defensa. 

Peter me dio una mirada extraña que me hizo guardar silencio. 

Lentamente se acercó hacia mí, como un puma examinando a su presa. 

Se puso por detrás de mi oreja y susurró con voz melosa: 

—Te pusiste la camisa al revés. 

Bajé la cabeza para comprobar si eran visibles las costuras, y sí, tenía la camisa al revés.
 
—Grandioso —me quejé.

—Y… tienes el cierre del pantalón todavía abajo. 

Genial.

*** 

El fin de semana se acercaba peligrosamente, la fiesta de Jenny estaba a un paso de hacerse. 

Ella me hizo recordatorios extraños acerca de su cumpleaños durante todos estos días; como por ejemplo: me envió un vestido blanco con encaje. Un día después mandó los zapatos y hoy recibí un paquete frente a la puerta de mi casa, era una máscara elaborada que cubría la mitad del rostro, de color blanco y con los mismos detalles de encaje que el vestido. 

No entendía muy bien para qué los mandaba pero si por un momento ella pensó que iría a su fiesta, estaba equivocada. 

Simplemente almacené en mi habitación lo que ella me enviaba mientras buscaba la forma de devolvérselo. 

Cada día era un nuevo reto para mí, en especial cuando echaba de menos al bastardo arrogante que me enojó la otra noche. No me había llamado durante los siguientes tres días desde que fui a su departamento, y yo no volví a buscarlo como idiota para suplicarle por más. 

Pero prometí dejarlo en paz y no volver a buscarlo, así que eso era lo que había estado haciendo. Evitándolo. 

Solo esperaba que el dolor se pasara rápido. Ojala existieran pastillas para acelerar el proceso, pero mientras no las hubieran, tendría que conformarme pensando en que el tiempo lo curaría todo. 

Empezaba a odiar a Peter. 

—La jefa quiere hablar contigo en su oficina —fue lo primero que me dijo Mindy cuando entré por la puerta de la librería a la mañana siguiente de mi tercer día de agonía. 

—¿Sabes para qué es? 

Ella me miró con la boca abierta durante unos segundos, y entonces respondió: 

—Ni idea. 

Masticó algo que parecía ser goma de mascar, e hizo estallar una burbuja rosada que se pegó en el piercing tipo argolla en su labio. 
Intentó limpiar el desastre con su lengua, dejando saliva en su barbilla. 

—Oye, ¿estás interesada en comprar una tortuga? —me preguntó una vez que retiró el chicle pegajoso y volvió a llevárselo a la boca. Su voz misma era capaz de inducir sueño, hablaba como si estuviera aburrida y a punto de dormirse—, es que creo que soy alérgica a la mía.
 
—¿Se puede ser alérgico a las tortugas? —pregunté, incrédula.

Ella se encogió de hombros. 

—Tengo comezón en los brazos cuando está cerca... así que sí, creo que soy alérgica a ella. 

—Lo tendré que pensar. Ni si quiera tengo un lugar propio para llevarla a vivir conmigo. 

—Oh. Mi compañera de cuarto se va a mudar la próxima semana, me va a dejar abandonada así que hay una vacante en mi departamento por si quieres unirte. 

—¿En serio? Eso sería grandioso. ¿Cuánto tendría que pagar? 

—No lo sé, nos dividimos los gastos entre tres porque también hay otra chica alquilando la habitación de al lado. Ella es rara pero puede agradarte. Te doy después la dirección para que te des una vuelta por ahí y me dices si estás interesada. 

—Gracias —respondí. Ella se despidió con la mano y se dirigió al escaparate en donde

Shio y Romeo decoraban para presentar los nuevos libros del mes. Colocaban plumas azules y colgaban pequeños dibujos simulando alas de ángel. Shio me dio un saludo alegre con la mano y Romeo asintió en mi dirección. Ya me estaba acostumbrando a verlos como miembros adicionales de mi familia. 

Y esa extraña chica de pelo morado/turquesa/rosado me había dado una solución a un problema que tenía pendiente: conseguir un lugar donde vivir para finalmente dejar la casa de papá, porque las paredes eran demasiado delgadas y cuando Susan se quedaba toda la noche, ni ella o papá dormían... tenía que cubrirme con una almohada y llenarme los oídos con música para contrarrestar los sonidos de ballena que salían de su dormitorio. 

Era desagradable tener que lidiar con eso, ningún hijo debería ser capaz de escuchar la "llamada de apareamiento" de sus padres. Era asqueroso y vergonzoso. 

—¿Lali? Te necesito aquí, ¡rápido! —gritó Laura asomando su cabeza desde su oficina.

Me apresuré a llegar a su lado. 

Desde que le admití hace unos días que lo de mi embarazo era mentira, ella dejó de darme el trato preferencial y comenzó a utilizarme como a los demás. Juraría que algunas veces me trataba peor. 

—Siéntate —me ordenó. 

Rápida y silenciosamente me senté. 

Ella estaba pasando las páginas de una revista con vestidos de novia. Varias imágenes se encontraban marcadas con asteriscos de color naranja y breves comentarios escritos en rojo. 

Laura levantó la vista una vez que me acomodé, y se apresuró a cerrar la revista. 

—Quiero que te tomes todo el día de hoy para que me hagas un favor — comenzó—. El hijo de mi prometido vino ayer a la ciudad y quiero que lo lleves a pasear. Su nombre es Giulio y no conoce a nadie, yo no puedo sacarlo porque tengo una junta pendiente con una casa editorial y no la puedo posponer. Los gastos corren por mi cuenta. 

Parpadeé sorprendida.
 
—Claro. ¿Puedo hacer una pregunta?

—Ya estás haciendo una. 

Fruncí el ceño.

—¿Por qué yo? Creo que Shio es más divertida, debe conocer lugares más interesantes que yo. O Mindy. Creo que con ella no se aburriría. 

—Mmmm, no. Pienso que tú serás más del agrado de Giulio. Él tiene gustos específicos en cuanto a sus chicas. 

Parpadeé de nuevo. ¿Sus chicas? 

—Él viene a la librería como a las dos de la tarde. Mientras tanto, ve a generar dinero para mí. 

Asentí con la cabeza y me levanté de mi asiento sin decir una palabra. 

—Ah, y una última cosa, Lali. Giulio es italiano así que no lo vayas a llevar a comer pasta. Busca sitios más originales. Y… no vayas a usar el uniforme frente a él. Ponte algo de ropa bonita. 

—Pero para eso tendría que ir a mi casa y… 

—¿Sigues aquí? Hay gente que atender allá afuera, muévete. Ayuda a los chicos a terminar de decorar la vitrina con los nuevos productos del mes. 

—Claro… 

—¡Para ahora! 

Salí de su oficina como conejito asustado. 

¿De verdad me acaba de pedir que saliera en una cita con su hijastro?
 
Qué cosa tan rara.

Fin de la 
Mega Maraton

27 comentarios :

  1. Naaaaa Y ahora a esta vieja que le paso ¬¬ Me dio risa la parte de nicole con lali y peter, Pero porque tanto problema ellos dos no pueden dejar sus diferencia y ya!! PORQUE TODO ES TAN DIFICIL, y ahora mas problema con el hijo de la señora chapita esa -.- Espero mas capitulos mañanas.. Vuelvo y repito se te extraño por aca :DD

    Andrea A.

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  2. Aaaaa uno masss porfisss
    Me encanto este mega maratonnn :)))

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  3. maaaaaaaaaaaaaaaaaaaas.................vicky

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  4. Me encanta la nove me leí todas las de tu blog me encantaron .... Ayy ame el maratón !! Ya quiero leer otro cap

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  5. Geniaa volviste, me encanta la novee.. no te desaparezca más xfa!! Espero el próximo besos :)

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  6. Volviste con todo!
    Espero puedas subir hoy!
    Flor..

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  7. Mas,mas,mas! Ame a nicole diciendole a lali de las canciones de selena gomez que cantaba con ella,Peter y Lali que se arreglen.. PORFAVOR!♥

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  8. Lo ameee que buenaaaa!!cuando subis maaas?!?!

    #Soo

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  9. alta maraton hiciste!!
    lo q llore cuando se separaron lali y peter
    amo amo a nicole, es una genia esa nena
    jajaja esta loca laura
    beso

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  10. Me encantó lo que le dijo lali a Nicole, una genia!!!!!!!!
    Más nove!!

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  11. Me encantó la maratón. Por favor volve a subir seguido como lo solías hacer. Uno por día por lo menos.. :(

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  12. De vuelta vas a desapareces? sube maaaaaaaaaas por favor

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  13. Me encantaa sube massssssssssss

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  14. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  15. Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssssssss

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  16. me encantaaaa subí más por fa besos Naara

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  17. CUAL ES EL TWITTER DE LA PERSONA QUE ESCRIBE ESTO? Lo necesito YA!me lo dicen por twitter como: @Sof_Pi
    PORFAVOOOR!!:3:3:3:3

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  18. MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS

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  19. Ultimamente no subes nunca, antes subias siempre, quiero masssss

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  20. subeeeeeeeeeeeeeeeeee no abandonesssssssssssssssssssss

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  21. Hola vos sos de Venezuela? ? Estas bien? Es por lo q estac pasando enctu pais q no subis? Espero q estes bien!! Besos genia..

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  22. espero que estés bien y vuelvas pronto besos Naara

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  23. Me encanta! Máss!
    Valeen.

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