viernes, 25 de octubre de 2013

Capitulo 7

5 días desde el accidente
¿Fuerza Aérea...?

El resto de la familia regresó al hospital poco después de las nueve. Era fácil decir que nadie había estado durmiendo bien y todo el mundo parecía un poco irritable. Pero venían preparados para entretenerme. Euge había comprado unos cuantos juegos de cartas, Tomas creó su propio tipo de juego de Pictionary y papá trajo unas pocas películas de acción.

Me pregunté cuánto le costaba a mi familia estar en el hospital. Teníamos seguro médico, pero el ferry estaba a dos horas del hospital y luego era otra hora en el ferry, y luego veinte minutos a nuestra casa una vez que entras en la isla. No hacían viajes de ida y vuelta para todas estas cosas. Todo lo que traían era nuevo para mí. Y el alojamiento para siete personas en un hotel no podía ser barato.

Mi papá siendo electricista no nos hacía súper ricos. No éramos exactamente pobres, pero teníamos cuidado con nuestro dinero.

¿Cuánto trabajo tuvo que perder papá por mi culpa?


El día rodó lentamente, no era más que una tortura mirar a cada uno de ellos comiendo sus almuerzos, aunque fuera comida basura de la cafetería del hospital. Mi estómago gruñó. El líquido bombeando en mi sistema no me hacía sentir exactamente lleno.

Y miré mientras las manecillas del reloj seguían marcando regularmente, arrastrándose cada vez más cerca de las tres, el horario de llegada del autobús escolar.

Cuando Euge llegó por la mañana trajo mi celular, que se había recuperado del accidente. La pantalla estaba muy agrietada donde se había roto en mi bolsillo trasero, pero todavía funcionaba.

No dejaría de vibrar en la mesita de noche. Parecía que cada diez segundos destellaba con un nuevo mensaje de texto de alguien. Los ignoré a todos.

Acababa de salir del baño, toda la familia ya se había ido, cuando alguien llamó a la puerta. Sólo logré caer en una silla, agradecido por los suéteres y las camisetas que mamá me había traído, cuando la puerta se abrió y aparecieron Nico y Gaston.

—¿Todavía vivo? —Trató de bromear Nico. Sólo traté de dedicarle una sonrisa y asentir hacia ellos. Fueron seguidos por una cuarta parte del alumnado del Instituto Orcas.

Mi respiración se atascó un poco mientras miraba cada cara. Había tanta gente amontonándose en la habitación que ni siquiera podía ver a la gente de la parte posterior. Mi corazón empezó a acelerarse.

Nico, Gaston, Nina, Blake y todos se sentaron en la cama, los más cercanos a mí. Y todos miraron directamente las vendas de mi cuello.

Fue un largo momento incómodo.
 
Finalmente saqué el bloc de notas en mi regazo y abrí el bolígrafo.
  
Hola a todos, escribí. Lo levanté para que lo vieran.

—Hola, Peter —murmuraron, forzándose a lucir sonrisas en sus rostros. Todos parecieron darse cuenta de que se suponía que debían estar diciendo o haciendo algo porque de repente un grupo de ellos me preguntaba cómo estaba, lo contentos que se sentían de que estuviera bien, cómo lamentaban que esto hubiera sucedido.
  
Estoy bien, supongo, escribí. Dolorido.

Todos asintieron, tristeza llenando cada una de sus caras. Fue irritantemente silencioso otra vez durante un largo rato.

¿Sería siempre así? ¿Con todo el mundo, a partir de ahora?

—Hombre, lo siento mucho —habló finalmente Gaston, sus ojos torturados. Acunó su brazo escayolado con la mano—. Si yo no hubiera estado tan borracho, sólo habría dejado mi teléfono en el suelo, en lugar de lanzarnos por un precipicio.

Cerré los ojos con fuerza, moviendo la cabeza ligeramente. No quería sus disculpas. Yo estaba bastante perdido también, escribí. Técnicamente yo fui el que nos arrojó por el precipicio.

—No debería haber celebrado esa fiesta en el primer lugar —dijo Nico con voz ronca. Tenía una hilera de puntos por encima de la ceja izquierda, un poco más en la barbilla—. Fue una cosa totalmente estúpida.

Negué con la cabeza. ¿Qué tan jodidos están?

—El equipo de fútbol fue suspendido —respondió Gaston, su voz áspera—. El resto de nuestros partidos se cancelaron este año, sin equipo que salga a jugar. Papá estaba realmente furioso.

Gaston probablemente se había llevado la peor parte, ya que es hijo del director y el mariscal de campo del equipo de fútbol.

—Todo el mundo está emocionado porque regreses a la escuela, sin embargo, Peter —intervino Nina. Fue agradable ver que su rostro no estaba tan degradado como todos los demás. Ella se esforzaba más que los demás—. Hay una asamblea especial planeada para ti y todo.
  
Genial... Escribí.

Eso hizo reír a todos. O por lo menos fingir una sonrisa.

Fue agradable ver que se veían un poco más normales.

Pero todos seguían mirando mi garganta.
  
Va a ser una cicatriz bastante impresionante, ¿verdad?

—Eso no es gracioso, hombre —dijo Nico, negando con la cabeza hacia mí.

Yo estaría riendo, escribí en letras temblorosas, casi enojado.

—Peter, para —dijo Nina, mirándome con ojos duros.

Y entonces la multitud que ocupaba la habitación se movió, y a través de los cuerpos, la vi, de pie cerca de la puerta. Mariana.
 
Mi estómago se hizo un nudo y sentí náuseas. Sentí un nudo en la garganta y de repente me sentí como si no pudiera respirar.

No me importaba que casi todo el mundo en mi escuela me estuviera viendo así. La mayoría de ellos no tenían importancia, y no me importaba lo que pensaran de mí.

Pero no quería que Mariana Esposito me viera así.

Algo comenzó a sonar en el monitor conectado a mi vía intravenosas y una enfermera de pronto se abrió paso entre la multitud.

—Tu pulso está cada vez un poco más alto —dijo mientras comprobaba la máquina, presionando sus dedos contra mi muñeca. Eso sólo hacía las cosas aún más humillante. No quería nada más que acurrucarme en esa silla y desaparecer—. Deberías descansar un poco. Todos ustedes probablemente deberían despedirse.

Finalmente me encontré con sus ojos, viendo el miedo y la incertidumbre en cada una de sus caras. Me miraban como si fuera a explotar o a morir en ese mismo momento. Una vez más, sentí como si la palabra MUDO estuviera tallada en mi garganta, la sangre goteando de las letras.

—Aguanta, hombre —dijo Nico mientras se levantaba. Me dio un abrazo torpe, al igual que Gaston, su escayola sintiéndose pesada y dura sobre mi espalda. El abrazo de Nina por lo menos parecía real. Me quería morir mientras un sinnúmero de otros o bien se despedían o me daban un abrazo torpe. Pero empujé a cada uno más y más lejos. Ni siquiera devolví los abrazos después de Nina. Empecé a mirarlos mientras se iban.

—Adiós, Peter —dijo una voz dulce a medida que los cuerpos salían por la puerta. Mis ojos se alzaron para encontrarse con Mariana. Me miró con tristeza, pero por una vez, se sentía como si realmente estuviera mirándome.

Algo en mí se endureció.

Había costado estar casi decapitado para que Lali finalmente me notara.

Ni siquiera dije, o más bien escribí o hice un gesto de despedida mientras me dedicaba una mirada triste y se iba, cerrando la puerta detrás de ella.

A la mierda todos.

Especialmente Mariana.

4 comentarios :

  1. Pon otro cap hoy xfa.
    No me puedes dejar con esas últimas palabras d Peter.
    Se siente el dolor.

    ResponderEliminar
  2. como va a reaccionar asi??
    yo se q es duro, pero ella fue a verlo
    quiero mas
    otro massss
    beso

    ResponderEliminar
  3. Aaah qe le pasaba, tiene qe asumir lo qe le paso y no agarrarsela con los demas!!

    Arii

    ResponderEliminar