miércoles, 23 de octubre de 2013

Capitulo 2

Hace 3 años
Primer día del primer año

Traté de estar lo más recto posible mientras caminaba por las puertas del Instituto Orcas por primera vez siendo un estudiante real. Todavía tenía que pasar por una etapa de gran crecimiento. No quería ser confundido por un estudiante de octavo grado.

Mi hermana mayor, Jenny se fue con sus amigos en el segundo que estuvimos fuera del coche, dejándome por mi cuenta.
 
Nunca admitiría que estaba más que aterrado por mi primer día de ser un estudiante de primer año.
 
Di un pequeño suspiro de alivio cuando vi a Nico caminando hacia las puertas delanteras. Corrí para alcanzarlo, palmeándole el hombro con mi mano. Compartimos una de esas miradas, como si nos dijéramos que estábamos más que asustados, pero fingíamos estar tranquilos.
 
Caminamos a través de las puertas por las que entraríamos un millón de veces durante los próximos cuatro años. Estuve a punto de tropezar cuando vi a una chica con el pelo castaño oscuro que caía hasta su cintura, hablando con el director Dalmau.
 
Tenía el bronceado de final de verano más increíble del mundo y tenía labial super rosa. 

—Ya se lo dije, he terminado álgebra dos en mi vieja escuela en Portland —dijo ella. Sonaba como si estuviera tratando de mantener su calmada.
 
—¿Quién es ella? —le pregunte a Nico mientras caminamos por el pasillo.

—Nunca la había visto antes —respondió Nico—. Amigo, hay una pequeña gota de baba, allí. —De repente sentí el dedo de Nico en mi barbilla. Aparté su mano de un golpe sin siquiera dejar de ver a la chica.
 
—Voy hablar con el profesor de pre-calculo, pero por ahora, vas a tener que entrar en la clase de álgebra dos. Ten. —Los ojos del director Dalmau de repente se movieron a mi cara, haciéndome saltar—. ¡Peter!
 
Nico y yo nos detuvimos y caminamos hacia Dalmau y la chica.
 
—Peter, esta es Mariana Esposito, ella y su madre acaba de mudarse aquí. ¿Te importaría llevarla a su primera clase?
 
Los ojos de Mariana se reunieron con los míos. A pesar de que podía decir que ella estaba frustrada, me dio una cálida sonrisa. Toda su cara se iluminó.
 
—Sí, con gusto —respondí. Si no hubiera estado totalmente absorto con la chica delante de mí, podría haber notado como Nico hacia pequeñossonidos de tener náuseas.
 
Mariana regreso su mirada al director Dalmau. Intentando no poner sus ojos en blanco dijo—: Supongo que eso es todo. Gracias por toda su ayuda. —Luego se encontró con mis ojos otra vez, con la sonrisa esparciéndose en el rostro una vez más.
 
—Será mejor que se muevan chicos —dijo el director Dalmau al mismo tiempo que sonada la campana de aviso.
 
Sólo porque era un estudiante de primer año no significa que no conocía los pasillos de Instituto Orcas. Con lo mucho que seguía a Pablo y Jenny, había estado en la escuela más veces de lo que podía contar.
 
—Gracias por mostrarme el camino —dijo Mariana y empezamos a subir las escaleras al segundo piso. Nico ya había inventado una excusa y se fue a hacer algo con su casillero vacío—. Todavía no puedo superar lo rara que es esta escuela. Es tan pequeña.
 
—Sí —dije, con la esperanza de que pudiera pensar con la suficiente claridad para que la chica nueva no creyera que yo era un idiota—. Es bastante pequeña. ¿Vienes de una escuela más grande?
 
—Sí —dijo ella con una sonrisa. No pude evitar sonreír cuando ella lo hizo—. La escuela en la que habría entrado en Portland tenía más de veinte mil alumnos.
 
—Wow —dije, riéndome mientras doblamos por el pasillo—. Ni siquiera puedo imaginar ir a una escuela tan grande.

—¿Tú creciste aquí? —preguntó al mismo tiempo que nos paramos delante de una puerta cualquiera. Sacó su horario de clases de su mochila y me la entregó.
 
—Sí —dije mientras lo miraba. Tenía inglés en el primer periodo, justo al final del pasillo. Comenzamos a ir hacia allí—. ¿Así que, eres como, súper inteligente, o algo? —le pregunté, regresándole su horario. La mayoría de sus clases eran las que sólo tomaban los de segundo.
 
Se encogió de hombros, con su rostro volviéndose ligeramente rojo. — Tal vez sólo soy extraña, pero me gusta la escuela.
 
—No es raro —le dije mientras nos detuvimos delante de su clase—. Algún día todos vamos a trabajar para personas como tú.
 
Ella se rió y mentalmente me di unas palmaditas a mismo en la espalda.
 
—Bueno, gracias por traerme a mi clase, Peter... —arrastró.
 
—Lanzani —completé. Era extraño estar con alguien en la isla no supiera quién era yo—, Peter Lanzani.
 
—Gusto en conocerte, Peter Lanzani —dijo ella, su sonrisa me cegaba.
 
—Igualmente, Mariana Esposito —dije, metiendo mis sudorosas manos en mis bolsillos.
 
—Lali —dijo ella, colocando su mano sobre el pomo de la puerta.
 
—Nos vemos luego, Lali. —Sonreí mientras me alejaba.
 
Puede que Lali acabara de robar mi corazón de catorce años.

4 comentarios :

  1. Que amor Peter! *.*

    Espero el proximo

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  2. hay q amor Peter
    muy tiernito el cap
    juro que mori de amor
    besos

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  3. K educado , jajajja,me encantó cuando se le caía la baba.
    K escuela con 20.000 alumnos,eso más bien parece una ciudadela ,más gente k en la isla.
    Aquí hay un gran colegio salesiano,pero con capacidad para 2.000 alumnos,ni me imagino como será con 20.000.

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