miércoles, 23 de octubre de 2013

Capitulo 3

24 horas para el juego de Bienvenida
10 meses para la Fuerza Aérea

La casa Lanzani no era exactamente pequeña. Cuando uno tiene siete hijos, cada uno con una personalidad sólo un poco demasiado grande para su propio bien, hay que tener un montón de espacio y dormitorios. Pero con todo el equipo de fútbol y un buen puñado de otros padres en la casa, lasparedes estaban en peligro de ser derribadas y el techo de colapsarse sobretodos nosotros mientras nos desplazábamos dentro y fuera de ella.

A veces deseaba que mis padres enviaran a los niños más pequeños a casas de un amigo o algo, cuando teníamos estas cenas. Al menos podía estar agradecido de que Pablo y Jenny estaban ausentes en la escuela. Eran dos cuerpos menos. Pero eso todavía nos dejaba con Euge, dieciséis; Alai, trece; Joaquin, diez; y Tomas, siete. Pero mis hermanos eran casi parte del equipo. No parecía que importa si sus edades estaban en el rango no-eres-genial-porque-eres-pequeño, y la mayoría del equipo se llevaba muy bien con ellos.
 
—¡Peter! —Mamá gritó desde la cocina. Su cabello rizado marrón claro salía disparado en todas las direcciones, dándole aspecto enloquecido pero cálido—. Lleva esto a la mesa.
 
—Listo. —Llevé un enorme recipiente que contenía una ensalada y un plato caliente hirviendo que contenía algo que ni siquiera reconocía y otro gran recipiente lleno de arroz. Fue pura suerte que llegara a la mesa sin derramar algo caliente a la cabeza de alguien. Entonces papá me llevó a donde estaban los trece pollos en la parte de atrás de la casa. En serio esperaba que ninguno hubiera puesto huevos en el patio. No había nada como arruinar una cena de equipo pisando huevos podridos ocultos en elpatio.

Por desgracia, había sucedido antes. Esa misma noche Gaston vomitó en la sala de estar.
 
—¿Disculpa, Blake Shaw? —Oí a mamá decir desde adentro—. No deberías usar un lenguaje como eso. No me importa si eres un adolescente y un jugador de fútbol. No hablarás así en mi casa.
 
—Lo siento, Sra. Lanzani. —Escuché a Blake a disculparse—. No sucederá otra vez.
 
—Será mejor que no, o te enjuagaré la boca con jabón y no creo que no lo haga.
 
Reí mientras cerraba la puerta del gallinero. Mamá no tenía ninguna tolerancia para el lenguaje grosero, algo que había arraigado tan bien en sus hijos que literalmente nunca dejaba que una mala palabra un resbalara mis labios jamás, incluso cuando estaba solo con mis amigos. Ella había inculcado los mismos valores en la mitad de los niños en esta isla, ya que la mitad de ellos había pasado una buena cantidad de su verano en nuestra casa o patio trasero.
 
Finalmente fue tiempo de sentarse y comer. Mamá no sólo había cocinado lo suficiente para alimentar al ejército que era el equipo de fútbol, podría haber alimentado a un ejército de la armada entero. Todo el mundo hablaba muy fuerte al llegar a comer alimentos, infinitas burlas y broma se decían sobre el juego de mañana.
 
La gente en la isla podía ser rara, pero eran gente buena en general. No encontrabas gente así en otras partes del país. No encontrabas a alguien que preguntaría si tu alpaca doméstica se sentía mejor después de ataque de lo que se había sospechado era varicela. No encontrabas a personas que inesperadamente te trajeran cena o llegaran a limpiar tu casa solo porque tu mamá no se estaba sintiendo muy bien. Cuando necesitas ayuda, juntas a todos tus amigos, así como a una docena de desconocidos, a veces loquisieras o no. Las personas en la isla se cuidaban unos a otros.
 
Mientras los miraba a todos ellos, sentí solo una pizca pequeña de dudas en mi decisión de abandonar la isla tan pronto como me graduara. Siempre había estado tan emocionada de dejar esta pequeña isla y supequeña y extraña gente.
 
Hasta esa noche, con mi partida inminente tan cerca, no pensé que extrañaría a ninguno de ellos excepto a Mariana.

3 comentarios :