miércoles, 11 de septiembre de 2013

Capitulo 22

Peter
 
Las mareas han causado que la llama se atenúe

Yo sé que necesito conseguir un control. Dejar de andar abatido. Comenzar a ser mi yo normal otra vez.
 
Pero es difícil.
 
¿Por qué fui tan cruel con Lali? Básicamente, la acuse de ser una engreída esnob. No es su culpa que sea adinerada y yo no.

No esperaba que Lali me dejara plantado. Eso fue frío. Pensé que podía confiar en ella. ¿Qué pasa si estaba equivocado? ¿Y si ella se larga cada vez que le digo algo que no quiere oír? Podría largarse un día y no volver nunca más.
 
Agustin regresó a nuestra habitación desde clases. Lanzó una mirada de compasión hacia mí. Tal vez porque desde que Lali se fue después de nuestra pelea he sido un desastre miserable. O tal vez porque estoy tumbado en mi cama deshecha mirando el techo cuando debería estar estudiando. No me he movido por un largo tiempo.
 
Agustin sólo se queda ahí, mirándome.
 
―Toma una foto ―gruño―. Dura más tiempo.
 
Él saca su teléfono y tomó una foto.
 
―Será mejor que no publiques eso ―le advierto.
 
―¿O qué? ¿Estarás inspirado para salir de la cama y actuar como un miembro de la especie humana?
 
―No. Pero estaría inspirado a perseguirte y estrangularte.

―Amigo. ―Agustin estudia mi lado de la habitación―. ¿Desde cuándo tu lado es más sucio que el mío?
 
Tiene razón. No me he sentido motivado para limpiar desde la pelea.
 
―Ya está. ―Agustin atravesó el cuarto de baño a la habitación de Jaime y Gas―. Hey, hombre ―le oigo decir―. Hora de la intervención.
 
―A jugar, hermano ―dice Gas.
 
Luego Gas y Agustin se ciernen sobre mí como si estuvieran visitando algún familiar moribundo en el hospital.
 
―¿Qué? ―digo.
 
―Esto ―retumba Gas drásticamente―, es una intervención.
 
―Sí, lo he oído. ―Aplasto una almohada sobre mi cara―. No necesito una intervención. Estoy bien.
 
―No estás bien ―protestó Agustin―. No levantarse de la cama en todo el día no es estar bien.
 
―Me levanté de la cama ayer.
 
―Para una clase. No es lo suficientemente bueno.
 
―Yo voy al comedor.
 
―Apenas. ¿Siquiera has comido hoy?
 
―Lo que sea, mamá. ―Tiré de la almohada de mi cara―. La comida está sobrevalorada.
 
―¿Podemos hablar sobre el verdadero problema aquí? ―dice Gas.
 
―¿Cuál es?
 
―Um, ¿la pelea en la que estás con Lali?
 
―No estamos en una pelea. Somos felices.
 
―¿Lo haces? ¿O es que acabas de empezar a hablar de nuevo sin resolver nada?
 
¿Cómo sabe Gas eso? Llamé a Lali justo después de nuestra pelea para disculparme. Ella se arrepintió de lo que había dicho, también. Eso fue todo. Pero cuando hablamos ahora, no es lo mismo. Lali era la persona a la que no podía esperar para contarle cuando algo impresionante sucedía. O cuando sucedía algo terrible. Ella era mi mejor amiga. Y ahora es como... todavía hablamos y todo eso, pero no es lo mismo. Las cosas que dijimos se interponen entre nosotros de una manera que no sé cómo solucionar.
 
Había más molestándola la mañana de nuestra pelea, sin embargo. Estaba de mal humor la noche anterior. Era toda confrontación, como por qué no le dije sobre la solicitud de la pasantía o el cambio de mi especialidad. Pero yo sólo estaba tratando de protegerla. No la quería insistiendo sobre alguna práctica que probablemente incluso no consiga de todos modos. Y no es que yo no la estaba escuchando todas esas veces que me dijo para cambiar de especialidad. No fue sino hasta que Agustin me ayudó a imaginar cómo podría utilizar una especialidad en arte para realmente hacer una vida decente que me convencí. Fue en su diatriba de veinte minutos sobre el diseño, los gráficos, la comercialización, todas las formas imaginables para construir una carrera exitosa con una especialidad en arte.
 
―Tal vez las cosas no están resueltas exactamente ―admití―. Sólo necesitamos tiempo.
 
―¿Tiempo para qué? ―Gas retó―. ¿Tiempo para que Lali encuentre un nuevo novio quien no se atemorice de hablar?
 
―Yo si hablé. Eso es lo que me metió en problemas.
 
―Lali es perfecta para ti ―dice Agustin―. No podemos ver esto. Necesitas volver a la normalidad.
 
―¿Cómo es eso posible? Todo lo que yo le dije ya está ahí. No puedo revertirlo.
 
―Pero puedes explicarle de dónde viene. Así que tienes equipaje. Todos lo tenemos.
 
―Sí, pero tengo suficiente equipaje para un botones, tres boxers, y el camión de mi papá.
 
―Entonces cuéntale eso. Explica quién eres. Confía en mí, ella quiere saber.
 
Por supuesto tomaría un especialista en filosofía para indicar que Lali necesita saber más de mí a fin de entender quién soy realmente. Las partes que estaba mostrándole no eran suficientes. Si voy a confiar en ella con todo mi corazón, no puedo ocultarle las partes que no me gustan. Tengo que confiar en que ella todavía me va a querer incluso con todos mis defectos.
 
―Levántate ―dice Gas―. La buena cocina del comedor espera.
 
Todo lo que quiero hacer es permanecer en la cama y averiguar las palabras mágicas que necesito decírtele a Lali. Pero dejo que los chicos me arrastren al comedor.
 
―Estoy a favor de que prepares tus propios tacos. ―Gas se queja―. Solían ser mi comida favorita. Ahora no puedo soportarlos.

―El cerebro está integrado para absorber los hábitos ―dice Agustin―. No puede ser que hayas disfrutado de los tacos en sí, sino más bien tu cerebro estaba acostumbrado a pasar por los movimientos de esperar y hacer tacos para permitir más energía para los procesos de pensamiento más profundo. El concepto está estrechamente vinculado a…
 
―Okey, profesor, gracias por compartir.
 
Conseguimos asientos. Los chicos se instalan. No tengo apetito.
 
La voz de una chica conocida dice:
 
―Hey, Peter. ―Entonces Belen está de pie junto a la mesa. Sonriendo hacia mí como si nunca rompí con ella.
 
―Hey ―le digo de vuelta.
 
―Hey, chicos.
 
―Hey ―dice Agustin. Gas asiente por encima de una pata de pollo frito.
 
―Entonces ―dice Belen―. ¿Cómo te va?
 
―Está bien.
 
―No te he visto por aquí.
 
―Sí, no, he estado... ocupado.
 
―Oh. Bueno, espero que las cosas se resuelvan para ti. Sería divertido pasar el rato en algún momento.
 
¿Cómo puede hacer eso? ¿Sólo venir a mí como si nada hubiera sucedido, como si no estuviéramos juntos, como si ella no consiguió dejarlo atrás, y dice que sería divertido pasar el rato en algún momento?
 
―Uh... sí ―le digo.
 
―¿Cómo están tus padres?
 
Mamá vino a visitarme después de la pelea con Lali. Ella llamó al día siguiente y no le gustó cómo soné. Así que condujo para verme. Le rogué que no, pero no hubo manera de pararla. Ella me llevó a un restaurante mexicano fuera de la escuela para la cena. Siendo ambos, bueno y barato, para hacerlo un lugar popular.
 
―Por favor, come algo ―dijo mamá. Un gigantesco plato de enchiladas estaba sin tocar en frente de mí.

―No tengo hambre.
 
―Tienes que comer.
 
Miré a mi alrededor hacia las otras mesas. No estaba de humor para encontrarme con alguien que conocía.
 
Mamá tomó un nacho de la taza entre nosotros. Lo partió a la mitad.
 
―Tengo un nuevo doctor ―dice ella―. Él cree que sabe lo que estaba mal conmigo.
 
―¿En serio?
 
―Al parecer, la partida de tu papá tenía un efecto psicosomático en mí. Todo ese estómago revuelto era un síntoma de la ansiedad.
 
―¿Por qué ninguno de los otros médicos se dio cuenta de eso?
 
―Probablemente porque sólo pasaron unos tres minutos conmigo. Ellos no preguntaron mucho acerca de lo que estaba pasando en mi vida. Sólo se centraron en cuestiones físicas, no las emocionales.
 
No podía creer que mamá tuvo que sufrir todo ese tiempo sin saber lo que estaba mal con ella. Todo porque nadie se tomó el tiempo para preguntar.
 
―La buena noticia es que lo sabemos ahora ―dijo―. Me siento mucho mejor.
 
―Eso es muy bueno escucharlo, mamá.
 
―Eso no es todo. ―Mamá me sirvió más agua de la jarra en nuestra mesa. Tenía limones y limas flotando en la parte superior―. Tu padre y yo tuvimos una larga conversación. Varias largas conversaciones, en realidad.
 
Me senté más erguido.
 
―¿En serio?
 
―Sí. No se fue por mi culpa. Bueno, lo hizo, pero no por las razones que pensé.
 
Mamá me conto que papá tuvo que tomar espacio con el fin de darse cuenta de que ella es el amor de su vida. La pista fue lo único que representa la relación de la mayoría. Todo lo que era cuando eran jóvenes. Todo lo que eran cuando se conocieron. El lado del espíritu libre de él quería ser libre, salir a perseguir ese senTimiento. Pero papá se dio cuenta de que estaba buscando en el lugar equivocado. Él le dijo a mamá que estaba pensando en mudarse de vuelta a casa. Si ella lo tomaba de vuelta. Parecía que lo haría, pero nada es definitivo todavía. Esperaba realmente que saliera bien. La única forma para que puedan recuperar lo que tenían es estar juntos.

Ahora Belen quiere saber cómo están mis padres. No puedo decirle todo lo que ha pasado desde que estuvimos juntos. Así que tomo la ruta vana.
 
―Están excelentes ―le digo.
 
―He oído que estás trabajando en Phantom Fountain. Yo solía ir allí todo el tiempo. Ahora sobre todo paso el rato en Le Bus. ¿Alguna vez vas allí?
 
―A veces.
 
Agustin y Gas están viendo este intercambio, mientras borran sus expresiones. Gas sigue lanzándome miradas como que: ¡Apágalo!
 
―Bueno ―dice Belen―. Supongo que te veré por ahí.
 
―Más tarde ―grita Gas. Después de que Belen se va, añade―. Mucho.
 
―Amigo ―le digo―. No tengo ningún interés en Belen. Relájate.
 
―Es sólo que no quiero que tus prioridades se estén confundiendo. Belen está caliente.
 
―Calcinante ―confirma Agustin.
 
―¿A quién le importa lo buena que esta? Sólo quiero estar con Lali.
 
Lali es, obviamente la única. Nosotros casi nunca nos vemos el uno al otro. A pesar de nuestros mejores esfuerzos, la distancia física se ha traducido en una emocional.

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